Stay, Dir. Marc Forster, 2005

Posted on noviembre 30, 2008 - 0 comentarios -

Marc Forster es un director por estos días en boca de todos debido a su última película, el último Bond, Quantum of Solace, una competente pero no muy interesante película de acción. Sin embargo, su carrera abarca otro tipo de géneros, como demostró en Finding Neverland, bella fábula sobre la vida de J. M. Barrie y su Peter Pan, así como la premiada Monster's Ball, que no he visto y tampoco me interesa tanto.

Stay es una de esas películas a caballo entre el cine independiente y el cine de Hollywood, tomando lo mejor de ambos mundos. Ni es un desperdicio de acción y efectismo, ni un supuesto reflejo de la realidad norteamericana, que suele incluir lesbianas, gays, negros, gente disfuncional y generalmente cualquier minoría, para dar la apariencia de ser liberal. Afortunadamente, Stay entronca con un cine de género inteligente, similar a The Jacket, de John Maybury, o The Machinist, de Brad Anderson.

La película es un thriller pausado pero a la vez hipnótico, de esos que te despista poco a poco hasta que te confunde por completo y te hace intuir una vuelta de tuerca final, que bien puede arruinar el film, o volverlo totalmente satisfactorio. Y es que al igual que los films de Anderson, la película construye capas y capas de significados y posibilidades, sin permitirte definir cuál es la explicación real a lo que sucede. No es posible saber de qué trata exactamente la película porque las pistas son vagas y te obligan a pensar mucho, dejándote en la oscuridad. Si estás dispuesto a dejarte llevar de esta forma, puedes disfrutarlo mucho, pero si no, la experiencia podría ser desconcertante. El problema que suele surgir en esta clase de películas es que se construyen, diría yo, sobre la marcha, y así, el desconocimiento del espectador y su consiguiente sorpresa, es la misma del guionista. El temor es que a veces se construye suspenso más y más alambicado, pero a la hora de rematar, suele descalabrarse. Y si no que se lo digan a Anderson con su Session 9, que es magnífica hasta que trata de resolver lo ocurrido. Para The Machinist el error sería subsanado.

Otro punto a favor de Stay es su atmósfera visual, quizá lo que la pone en ligas de verdad mayores. Aquí realmente hay un director que ha interpretado un guión y le ha dado una visión especial. Los efectos digitales se usan de una manera que pervierten la realidad, y nos meten en la marea de confusión que los personajes experimentan. El clima que se consigue es absolutamente irreal, aunque nunca se nos muestre nada realmente raro, pero la desesperación se hace patente a través de encuadres, transiciones y efectos visuales. Este es uno de esos casos en los que esa clase de decisiones realmente afectan la película, pero ni siquiera a un nivel consciente, porque más de un efecto de estos se hace casi subliminal, pero crea una sensación de incomodidad. No estamos seguros de haber visto lo que vimos, de si hubo un cambio entre planos, de si ese punto de vista pertenece a alguien que nos deba importar, y entonces perdemos la noción de realidad. Cuando el protagonista dice "Ya no sé lo que es real", en verdad podemos sentir eso mismo.

Cuando lleguemos al final, nos daremos cuenta de que presenciamos una película que nunca ocurrió. No porque haya sido un sueño, truco barato que irritaría a cualquiera que se hubiera hechizado con la película hasta ese punto, sino porque tal vez todo lo que ocurre a nuestro alrededor sea un sueño, una ilusión. Más de una coincidencia nos daría pie a pensar en ello.

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