De vuelta por estos lares...

Posted on junio 25, 2007 - 1 comentarios -

Kiru (a.k.a. Destiny's Son), Dir. Kenji Misumi, 1962

Kenji Misumi fue un director japonés cuya carrera se desarrolló mayormente en el chambara y el jidai geki; cine de época, con énfasis en la acción en el caso del chambara. Si de lo primero tenemos como ejemplos algunas de las pelis de Lone Wolf and Cub, del segundo subgénero podemos ver esta peli que hoy comentamos.

Más que chambara, Kiru es jidai geki, pues aunque trate de samurais, se inclina más hacia el melodrama, en este caso rozando con lo telenovelesco, órganos chirriantes como música de fondo incluidos. La historia de un vagabundo cuya vida se encuentra predestinada por un evento fatal desde su concepción, se prolonga a lo largo de muchos años y muchos sucesos, plagados todos ellos de muerte. Una historia lineal, que más que tener un eje dramático, recrea esos momentos clave de la vida del protagonista.

Si en Lone Wolf and Cub encontrábamos belleza entre la carnicería, aquí la sangre y el mal gusto están ausentes, mientras la belleza campa a sus anchas. Encuadres preciosistas, fotografía impecable, un formalismo visual de excelencia y un estilo japonés inconfundible, son los ingredientes que llaman la atención principalmente. Sin embargo la historia es predecible y no muy emocionante, y tanta elegancia y formalidad acaba pesando en un film que no despeina a nadie. Es como ver una ceremonia del té: hermosa y ritual, pero no despierta pasiones. Kiru es sólida como un castillo, pero igualmente pesada. Y eso que dura apenas 80 minutos.

No hay, por otro lado, críticas al sistema feudal japonés, ni subversiones de estilo o temas, sino que más bien nos encontramos ante una obra que se encuadra en los parámetros clásicos del jidai geki.

Si no se conoce mucho cine de samurais, ésta puede ser una agradable iniciación. De lo contrario, servirá para los completistas que quieran admirar la obra de Misumi o para quienes quieran admirar una obra de innegable belleza, más no para los que estén a la búsqueda de una masacre al estilo Itto Ogami.

Dust Devil, Dir. Richard Stanley, 1992

Richard Stanley comenzó su carrera cinematográfica con Hardware y la finalizó con La Isla del Dr. Moreau. La finalizó sin siquiera acabar de rodar su última peli, porque la productora lo despidió, para poner en su cargo a John Frankenheimer, que al final no pudo poner en su sitio a las divas de Marlon Brando y Val Kilmer, quienes acabaron destruyendo el producto final con sus egos inflados. En Dust Devil, la película que rodó entre las dos antes citadas, Stanley también sufrió de lo lindo cuando Miramax recortó veinte minutos de su película, permitiendo, eso sí, que el director pusiera de su bolsillo para hacer su propia versión (qué buenas personas son los Weinstein).

Dust Devil es la historia de tres personajes en el desierto de Namibia, en donde se cruzan con las tradiciones más ancestrales así como con la modernidad de la situación política del momento. Fascinante e hipnótica, la película es también aburrida por momentos. La historia no logra atraer la atención lo suficiente como lo hacen las imágenes y la música. Los paisajes de Namibia sumados a los sintetizadores de Simon Boswell dan como resultado momentos que erizan la piel, pero que en última no logran remontar vuelo.

Dust Devil no es una película de terror. Es más bien una extraña parábola que habla de soledad y sufrimiento. Un demonio que se aprovecha de los desesperados, una mujer que huye de su marido adentrándose en el desierto, y un policía atormentado por la muerte de su hijo, cruzan destinos en un país recién independizado, con rastros de apartheid y odios aún a flor de piel. Un país con una densidad de población tan pequeña que la atmósfera se torna apocalíptica por el vacío que rodea a los protagonistas. Un país en el que aún perduran las supersticiones, que a fin de cuentas resultan ser más reales al entrar en donde aún gobiernan sobre la lógica.

La película de Stanley se caracteriza más por las sensaciones que logra despertar que por la historia que cuenta. Aún así, las ideas del film van más allá del prototípico psicópata y logran calar en la mente del espectador dispuesto a dejarse llevar.

Es una lástima que Stanley se haya alejado del cine, quince años han pasado desde ésta peli sin que haya hecho nada más, pues podría habernos dado algunas películas importantes, de autor, en un género proclive a la repetición mecánica. Y si no, ¿qué hace Eli Roth anunciado como "la nueva promesa" del cine de terror?

There has been 1 Responses to “De vuelta por estos lares...”

  1. Diegogue says:

    excelente esta peli que reseñas, Dr. Calamar, certero tu análisis y sobre todo, qué bueno que la rescates del olvido, hay muchas joyas perdidas por ahí que merecen que se las reviva como haces tú al reseñarla. Lo único que digo es que a mí el drama no me pareció anodino, de hecho sufrí con todos los personajes y sus dramas personales (por cierto, qué linda que sale la Chelsea Fields!), intuyo que esta pelicula debió ser una piedra en el zapato para la distribuidora, por hablar de esos temas complicados como la confrontación racial (en 1991 el apartheid era un problema realmente grave), sobre todo porque Dust Devil no emprende ningún tono de denuncia si no que más bien muestra seres humanos, de diferentes colores, dejándose llevar por el odio ciego, no hay demasiado heroismo en ese marido buscando a su esposa, ni en ella entregàndose a este demonio-asesino, no es una historia muy edificante que digamos, pero sí es muy buena