The Black Cat, Dir. Edgar G. Ulmer, 1934

Posted on mayo 03, 2007 - 3 comentarios -

Edgar G. Ulmer fue uno de esos mercenarios de la serie B que lo mismo dirigía un melodrama que una de ciencia ficción. La palabra mercenario puede sonar despectiva, pero si pensamos en Anthony Mann o Jacques Tourneur, por citar un par de la misma naturaleza, nos daremos cuenta de que, en efecto, se le medían a cualquier cosa, pero también dejaban sus huellas en cada fotograma de película, y que antes que unos vendidos, eran unos eficaces soldados cinematográficos que se pasan por la galleta a muchos que se hacen llamar artistas.

De Ulmer ya hablamos en estas páginas con Detour, film noir interesante pero que no me impresionó tanto como anticipaba por la reputación que lo precedía. The Black Cat es otra de sus más famosas obras, una película de terror de la Universal que no se inscribe en su hornada de monstruos clásicos, aunque cuenta en su nómina con dos monstruos como Bela Lugosi y Boris Karloff.

Supuestamente inspirada en el clásico de Edgar Allan Poe, lo único que tiene que ver con la trama el gato negro del título es que se pasea por un par de planos, pero no más, así como tampoco hay el más mínimo trazo de Poe en todo el guión. Eso no es necesariamente malo, sino que resulta todo lo contrario. Todo comienza con una parejita de recién casados que se pasea por Hungría en su luna de miel, cuando Lugosi y un accidente en una carretera lluviosa se les cruza en el camino, llevándolos a la mansión de Karloff.

Trama en realidad no es que haya mucha. Pasan muchas cosas, pero uno se pasa la mayor parte del metraje confundido por los secretos y tratando de descifrar qué rayos pasa. Pero, de nuevo, eso no es necesariamente malo. Recordemos solamente Suspiria o Inferno, los clásicos de Argento, o El Más Allá, de Lucio Fulci. Películas incongruentes con la razón y la lógica, pero de innegable encanto hechizante. Y nombrar estos referentes no es casual.

The Black Cat anda escasa de sentido común y no está exenta de fallos, pero sus virtudes tan poderosas, anulan casi por completo esos lunares. Es cierto que la música no es la más adecuada, ni está usada en completa concordancia con las imágenes, y que los noviecitos estereotipados o el numerito cómico de la mitad se sienten fuera de lugar, pero si logramos sintonizar con la mentalidad del film, hallaremos muchas y gratificantes recompensas.

Para empezar, la fotografía, con sus grandes contrastes de luz y sombra, vampirizando el expresionismo alemán, sabe inyectar toneladas atmósfera. A ello ayuda un diseño de producción particularmente inspirado, con una mansión de ángulos imposibles, escaleras retorcidas, pasadizos secretos y urnas de cristal con contenidos inquietantes. La mansión de Karloff se dice construida sobre los restos de una masacre ocurrida en la Primera Guerra Mundial, un sitio donde se puede encontrar muy poca paz interior y donde se respira podredumbre espiritual. Pero si apenas tuviéramos caramelos para los ojos, el film no sería ni la mitad de bueno de lo que es. A lo anterior le incluimos un ritmo extraño, más parecido a una pesadilla, con una lógica onírica, donde las cosas ocurren de manera siniestra, casi sin razón. No es tanto la recreación de un sueño, como la manifestación fílmica de esa carencia de lógica presente en los sueños. Si bien todo comienza y termina más o menos normalmente, hay secuencias de un clima inquietante, de un sentimiento irracional, incómodo. La película está envuelta en un velo de oscuridad, tenue pero palpable.

Argento y Fulci vienen al dedo para comentar The Black Cat. Esa falta de coherencia narrativa que algunos encontrarán defectuosa, mientras yo encuentro fascinante y profundamente innovadora, más teniendo en cuenta que es una película de la Universal rodada en 1934, es un logro que repetirían los italianos décadas después. El clima de incomodidad es otro ingrediente que se repite en las obras italianas, donde nada es lo que parece y todo es fuera de lo común sin saberse por qué, pero si añadimos esa mansión construida sobre un camposanto, donde el río corría rojo por la sangre derramada y que acaba en pirotecnia explosiva, indudablemente nos viene a la mente las mansiones de Mater Tenebrarum y Mater Suspiriorum, construidas según Argento sobre los restos de Rudolf Steiner y G.I. Gurdjieff (aunque este detalle demuestre ignorancia de su parte sobre quiénes fueron ambos personajes). Es más, detrás de esa aparente normalidad de Karloff se esconde un culto satánico y la ceremonia a la que asistimos está filmada audazmente, con planos ingeniosos y sorprendentes (de nuevo, ¿es esto en realidad 1934?), más referencias Argentianas que no se parecen a nada de lo que normalmente vemos en el cine de terror.

La película es muy innovadora, y aunque ciertos pasajes sean imposiblemente obsoletos, hay otros que incluso hoy están perfectamente actualizados, sobre todo porque las nuevas generaciones se empeñan en hacer mil y una veces La Matanza de Texas, en lugar de buscar ángulos renovadores de verdad. Igual que ocurre con Suspiria, The Black Cat tiene ciertos problemas a los que hay que acostumbrarse, pero una vez hecho eso, uno se encuentra ante una oba maestra que le hace desear que Ulmer hubiera tenido más oportunidades y presupuesto. Acabó sus días dirigiendo películas de ínfimo presupuesto y guiones espantosos, a pesar de lo cual supo dejar sus dedos impresos en la pantalla.

Véanla, que vale la pena.

There has been 3 Responses to 'The Black Cat, Dir. Edgar G. Ulmer, 1934' so far

  1. berlin says:

    si la tienes,porfis, prestamela, la crítica esta muy buena.
    agrego, el cine onirico, esta mejor que nunca, de hecho recuerda el comentario que hacian de Fulci en el libro de Giallo, mientras mas incongruentes e ilogicas eran sus pelis mejores eran, pero esto no es fulci, es ulmer, tal vez sea la misma historia. o tal vez, no?

  2. Anónimo

    Buena tarde Dr. Calamar.

    con preocupacion veo que ya ha pasado algun tiempo desde esta entrada y comienzo a extrañar sus reveladoras criticas y acertados comentarios sobre peliculas que todos debemos ver.
    muchas preguntas que se responden a si mismas rondan mi cabeza. ¿que ha pasado con el Dr. Calamar? quiza ha perdido la vision y por eso no ha podido ver mas peliculas, quiza tubo un accidente en su laboratorio y perdio la memoria y no recuerda que tiene un blog o tal vez simplemente ha perdido su gusto por el cine y se ha ido dejandonos sin siquiera unas ultimas palabras de aliento para los que nos desvivimos por el pero no tenemos la claridad de expresion que usted posee. no importa cual sea la respuesta correcta ya que seguramente me estoy formulando la pregunta incorrecta.

    esperando noticias suyas, con cariño, Zorak

  3. Dr. Calamar says:

    Créanme, reducido público, que no he olvidado mi blog. Lo que ocurre es que he estado ocupado con la realización de mi propio cortometraje y no he estado con la mayor elocuencia para escribir reseñas. Es más, durante mucho tiempo estuve sin ver pelis, pero hace poco pude recuperarme y me desquité. Tengo un cargamento de reseñas que sólo esperan que mi mente esté un poco más descansada para poder seguir comentando.

    Prometo solemnemente que mañana tendrá más noticias mías con un par de pelis extrañas.

    Hasta entonces y agradecido de que algunos lo lean, se despide el Dr. Calamar.