Cine del más allá

Posted on mayo 18, 2008 - 2 comentarios -

Picnic at Hanging Rock, Dir. Peter Weir, 1975

Hay películas cuya cautivante trama no te suelta desde el primer minuto hasta darte vueltas al final y dejarte hecho una piltrafa, en el buen sentido de la palabra, ante la inteligencia de quien armó el tinglado, que parece un mecanismo de relojería. Picnic en Hanging Rock no es una de ellas. La trama importa, pero no por los motivos a los que estamos acostumbrados. Y es una obra maestra. ¿Por qué digo esto? Porque la película de Peter Weir es, más que una historia, una experiencia, una película diseñada para los sentidos. Y ojo, que al decir esto no estoy hablando de películas saturadas de color, con vestuarios majestuosos, movimientos de cámara deslumbrantes y música apabullante (me viene a la cabeza la última extravagancia marcial de Zhang Yimou, La Maldición de la Flor Dorada, que alguna comentarista de periódico alabó simplemente por ser un catálogo de modas). Picnic en Hanging Rock es una experiencia sensorial porque te envuelve sutilmente en un clima agobiante sin que te des cuenta. Sabes que hay algo mal, pero, ¿cómo creerlo si estás rodeado de magia y belleza?

Una tarde de 1900, una excursión de un colegio de señoritas, acaba en tragedia con la desaparición de varias de ellas. Los intentos de encontrarlas son infructuosos y frustrantes, porque por más que se intenta, no hay ni siquiera pistas de su paradero en Hanging Rock, una montaña misteriosa en el corazón de Australia. Quien vió algo no puede articular palabra sobre ello. Quien logra encontrar pistas, no logra entender lo ocurrido. Quien sobrevive, no recuerda nada de lo que pasó.

Lo primero que llama la atención del espectador es la negativa de su director a dar explicaciones, a resolver algo de lo ocurrido. Nos tienta a encontrar soluciones, pero nos quita la pieza final, obligándonos a abandonar la razón y a guiarnos más por la intuición. Por algo digo que es una experiencia sensorial, pues es una película para saborear en su misterio. Es un sueño, algo que se rehúsa a ser comprendido, pero que en el fondo de nosotros tiene sentido, así no lo encontremos del todo.

Para crear una pieza tan magnífica, Peter Weir usa magistralmente los elementos cinematográficos: una fotografía delicada, que a veces ponía velos de novia frente a la cámara, creando así una textura de ensoñación; una música etérea, cortesía de Georges Zamfir, que igualmente nos sumerge en un verano somnoliento y bellísimo; unos paisajes salvajes en su apacibilidad; unas actrices delicadas que no parecen humanas sino salidas de un cuadro del renacimiento (de hecho en la película se menciona)... En fin, una serie de elementos que se conjugan para darnos algo bello y misteriosos como pocas veces habíamos visto. No es bello y misterioso de una manera goth, sino bello en su normalidad y misterioso en su palpable desazón latiendo bajo la piel. De hecho no hay la más mínima oscuridad en la película.

Una película más que se podría emparentar en ese cine que llamo onírico, porque no busca darte a entender algo, sino liberarte de las constricciones del constante pensar. Frustrante para quien no sabe soñar, pero increíble para quien sabe escapar de los muros de la razón.

Carnival of Souls, Dir. Herk Harvey, 1962

Y más cine onírico. Éste de serie B, pero no al estilo Fulci o Argento.

Herk Harvey no logró hacer nunca otra película después de esta. Y es una lástima, porque, 1. su dominio de los recursos cinematográficos es evidente, y 2. más que contar historias, el hombre era capaz de sumergirnos en atmósfera. Y si recuerdan a Lovecraft en su El Horror en la Literatura, un magnífico ensayo repasando las temáticas de la literatura de terror, lo importante a la hora de encontrarse con una obra de éste género, no es la historia, sino la atmósfera. Piénsenlo un momento, ¿qué hace tan especial una película como Suspiria? Si se encuentran con una película de terror que tiene todo el sentido del mundo pero no los confronta con lo enigmático, ¿es una buena película de terror? ¿O será acaso que una que tenga un guión incoherente pero que apela a sus miedos más primarios, esos que no se logran resolver a punta de razón, no los deja mucho más satisfechos? Pues eso es Carnival of Souls, una pesadilla en medio de la vida cotidiana. Pero no una pesadilla de tipos con motosierras, sino una de esas que incomoda por parecerse tanto a la vida real, sólo que con un giro sutilmente bizarro. Carnival of Souls es una película que ha influido en gente tan importante como George A. Romero y David Lynch, y al verla no es difícil reconocer puntos en común entre la obra de ambos y éste film.

Candace Hilligoss interpreta a una chica que tiene un accidente en un carro y cae a un río (que bella imagen la suya saliendo llena de fango, sin comprender lo que le ha pasado), y que después de ello comienza a tener extrañas visiones que la alejan de la realidad y la llevan a una abandonada feria de pueblo. De nuevo nos encontramos con que la trama es lo de menos, aunque no por ello es incompetente. No, simplemente lo que importa es lo que vemos y sentimos. Esos paseos en que la protagonista no logra contactar con la realidad por algún motivo, son maravillosos. Y las imágenes de la sala de baile son de esas que no se olvidan. Cuando la vean sabrán de qué les hablo.

Realmente es poco lo que se puede decir de la película, porque lo que nos concierne es esa irrealidad inexplicable, esa atmósfera que a pesar de ser totalmente serie B, es a la vez tan cercana a directores europeos, que no puedes evitar pensar en qué pensarán críticos serios de nuestro país al verla. Mejor para nosotros, así, Carnival of Souls será siempre nuestra y no de cualquier pelagatos con ínfulas de intelectual.

There has been 2 Responses to 'Cine del más allá' so far

  1. Anónimo

    Hola!
    este blog ha ganado el premio
    Blogger Sapiens Award:
    http://68revoluciones.com/?p=751

  2. Francisco says:

    Hey muy bacano su blog, severa sorpresa cuando vi que era colombiano, siga asi.