Los Hermanos Grimm, 2005, Dir. Terry Gilliam
Terry Gilliam más Hermanos Grimm. Eso suena como una combinación hecha en el cielo, ¿no? Desafortunadamente el guión escrito por Ehren Kruger no hace todo el buen uso de entremezclar realidad con ficción, y cuando los cuentos de hadas hacen aparición furtiva en la vida de los mentados hermanos, lo hacen como apenas una anécdota, en lugar de haberlo hecho de una manera más satisfactoria. Kruger es uno de los guionistas más ocupados actualmente en hollywood, habiéndose hecho cargo de las dos partes de El Aro y de La llave maestra, pero aquí se despista y nos ofrece una primera mitad en la que no sabemos muy bien hacia donde vamos, y es sólo cuando ya hay un propósito para los protagonistas que nos interesamos en la historia. Visualmente la historia es un deleite, con el habitual estilo barroco y exagerado de Gilliam, usando esos encuadres extraños y los lentes de gran angular que deforman la relidad hasta convertirla casi en una caricatura. Los decorados y en general todo el aspecto visual es muy bonito, pero hay que fijarse en ello, olvidándose de lo que realmente nos trajo a la sala de cine, que es la historia. Eso sí, cuando la imaginación se desborda, como el caso de la niña a la que se le borra la cara, o la recreación de ciertas escenas de cuento, la película paga la boleta (al menos para mí).
No es una gran película, pero como dijo alguien por ahí, un Gilliam aguado es mejor que ningún Gilliam.
Para los aficionados a Gilliam y a los cuentos de hadas que no quieren estar muy exigentes.
What the bleep do we know?, 2004, Dir. William Arntz, Betsy Chase
Un documental que entremezcla física cuántica, la consciencia humana y Dios, es algo que de entrada atrae mucho. Si bien sabía que su imparcialidad era algo cuestionable pues los directores parecían introducir algo de propaganda pro organización religiosa, en todo caso estaba bien animado. Pero después de verlo confirmé mis sospechas.
Para empezar, el documental parece algo así como física cuántica y consciencia humana para dummies. Si se ha leído un poco sobre la materia, no hay mucho que profundice en el tema, pero al menos sirve para iniciar en algunas cuestiones a quien no lo ha hecho: la manera en que afectan los pensamientos la realidad, probabilidades vs realidad, qué es Dios realmente, si existen universos alternativos... Sí, muy de ciencia ficción, pero estamos hablando de cosas reales, experimentadas en laboratorio.
Mi mayor objeción es que a veces el hálito de Nueva Era más molesto se cuela y se atraviesa en el buen curso del relato, perdiendo un pco la imparcialidad y dejándose llevar por la especulación, las buenas intenciones y las posibilidades que se vislumbran. No me molesta la nueva era, cuando no hace afirmaciones estúpidas, pero cuando se convierte en algo light, que promete el paraíso sin esfuerzo, luz sin sombras... ya la cosa se pone aburrida. Las imágenes del documental (que se halla entrelazado con una muy regular historia que ilustra lo que se dice, protagonizado por Marlee Matlin) parecen salidas de una propaganda de seguros de vida, y en algunos momentos sentí auténtica verguenza ajena por ciertos numeritos pendejos, como una boda que degenera en danza chorra de abuelitos polacos y saltimbanquis.
Ahora, creo que aunque hay afirmaciones que despiertan mis suspicacias y objeciones, hay que ver más allá de las apariencias, porque se plantean ciertas preguntas muy inquietantes, ciertos cuestionamientos a la relidad y a algunos paradigmas que aceptamos como verdades y que valdría la pena repensar. Como se dice al final, no lo acepte como una verdad, póngalo a prueba. Creo que eso es más aceptable que negar algo sólo por cómo suena, pues muchas veces esa supuesta mente abierta de la racionalidad sólo nos encasilla en otra clase de paradigma: si antes reinaba la religión por encima de la ciencia, ahora lo que no se ajuste a la visión científica es automáticamente negado, en lugar de ser cuestionado. ¿Cómo probar algo si de entrada se niega?
El documental vale como introducción, pero yo preferiría leerme algunos libros de algunos de los entrevistados, como Amit Goswami o Fred Alan Wolf, científicos de renombre que han encontrado extraños paralelos entre la religión y la ciencia. Eso sí, algunas frases son bien buenas, como cuando un teólogo dice que "El decir que Dios es alguien que está separado de nosotros y nos juzga según nuestro comportamiento y obediencia es una blasfemia contra lo que verdaderamente es Dios".
Para oír algunas opiniones que podrían abrirnos la mente y algunos conceptos revolucionarios a pesar de su apariencia light.
Ride Lonesome, 1959, Dir. Budd Boetticher
El western es uno de esos géneros que provee de disfrute infantil a quien se acerque a él. Obviamente también hay películas serias y meditativas, pero una buena parte de su encanto proviene del simple hecho de ver estereotipos haciendo lo que uno conoce, pero en formas inesperadas. Uno de los directores de western que nunca tuva la ambición de hacer grandes obras épicas fue Budd Boetticher, quien con sus westerns de serie B protagonizados por Randolph Scott y escritos por Burt Kennedy, creó un conjunto de películas altamente disfrutables y a la vez poco rutinarias.
Ride Lonesome cuenta la historia de un cazarecompensas que escolta a un prisionero hasta Santa Cruz, sabiendo que su hermano aparecerá para rescatarlo. Por el camino se le unirá un viejo bandido y su compañero, y una dama a quien le han asesinado su marido. La historia comienza desde el primer minuto, con la captura del forajido, y nunca decae en ritmo. Tiene las pausas que se esperan, pero la progresión dramática no para. Es uno de esos guiones ajustados, que no pretende explorar las intimidades de los personajes sino mostrarlos en acción. Randolph Scott, el protagonista, compone un rol lacónico, no tanto como los de los spaghetti western, pues aquí aún se conserva un poco la clase de personajes que caracteriza al western americano, pero sí es rodeado de un aura de misterio y dureza, mas no de cinismo. Lo mejor de todo es que el guión no es tan lineal como pudiera parecer, y alguna sorpresa sobre viejas motivaciones y expectativas ante un futuro incierto entre los temporales compañeros de viaje es desarrollada para dar más sabor a una hisoria que podría parecer trillada en otra manos menos graciadas. Aparecen Lee Van Cleef antes de encontrarse con Leone, y James Coburn en un papel de bandido simpático aburrido de la vida al otro lado de la ley. Ningún personaje es malo-malo ni bueno-bueno, pero sus roles son claros: el malo es el malo y el bueno es el bueno. Todos son humanos aunque saben qué es lo que hacen y cómo deben comportarse. Algunas frases como puños son francamente deliciosas, y aunque no deja de ser un western de serie B, es una gran película, sin la magnificencia de Hawks o Ford, pero precisamente ahí está su encanto. Ah, y la imagen final, simbólica, amarga y que sugiere un descanso final a una vieja cuenta pendiente, es francamente poderosa.
Para los fans que quieren encontrar algo menos obvio pero igualmente bueno en un género muy dado a contar una y otra vez la misma historia.
Curse of the demon, 1957, Dir. Jacques Tourneur
El señor Jacques Tourneur... otro maestro dentro de la serie B, sólo recordado por uno cuantos que se aventuran a ir más allá de las obras maestras obvias, responsable de películas como Yo anduve con un zombie, La mujer pantera y ésta, La noche del demonio, todas con títulos que prometen un festín de horrores gráficos, y que al final dan sobre todo elegancia, atmósfera y sugestividad. Martin Scorsese fue enfático en afirmar que Cat People es junto a Ciudadano Kane la película responsable de haber creado un cine norteamericano más maduro.
En Curse of the demon un investigador busca respuestas sobre un culto satánico que al parecer ya se ha cargado a otro investigador mediante brujería. Claro está, todo esto es cuestión mental, sugestión... ¿o tal vez no? Pues bueno, la trama es otra de esas que lo mantiene a uno en vilo, avanzando continuamente, sin dejar tiempos muertos. Pero mejor aún es cómo investiga las raíces de las creencias sobrenaturales, cuestionando qué es mental, qué es una creencia y qué es algo real. Dana Andrews, el protagonista (sí... "Dana Andrews said prunes gave him the runes", en The Rocky Horror Pictures Show. Se refiere a esta peli) está un poco rígido, pero las demás actuaciones son excelentes, desde la compañera que no parpadea en toda la película, rubia y delicada, hasta el antagonista elegante y embrujador (en ambos sentidos de a palabra). La fotografía es asombrosa, de día es realista y clara, mientras en la noche, llena de sombras sin parecer expresionista, es tétrica, sugiriendo ese contraste entre el día, reino de lo convencional, y la noche reino de lo oculto. Ha habido mucho debate sobre si el monstruo se mostró a gusto del director (se dice que el productor lo introdujo contra su voluntad) y no falta el que se queje de que parece un muñeco (hey, eran los cincuenta, ¿qué quieren, infografía?) pero lo cierto es que no hay mayor problema con ello, y parece salido de esos grabados medievales sobre brujería con toda fidelidad. En definitiva, otra película delicada y terrorífica a la vez. No asusta de verdad, pero sí es hechizante.
Para ver muy buen terror que no cae en lo grotesco y prefiere la sutileza.
De todito... (Y qué pena la demora)
Posted on marzo 26, 2006 - 0 comentarios - documentales, fantasía, Jacques Tourneur, Terry Gilliam, western
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