Mad Max, Dir. George Miller, 1979

Posted on febrero 13, 2010 - 1 comentarios -

Es cierto que nadie nace aprendido, pero también es cierto que algunos parecieran tener un talento innato para aprender más rápidamente que otros. Muchas óperas primas apestan, otras son obras maestras, y otras por más imperfecta que parezcan, rezuman un carisma especial que las convierten en películas de culto como mínimo. Tal es el caso de Mad Max, una película dirigida por George Miller, el mismo de Mad Max 2, Mad Max 3, Las Brujas de Eastwick y...¿El Aceite de la Vida, Babe el Puerquito Valiente y Happy Feet? Pues sí, cosa asombrosa, el hombre hace tan bien lo violento como lo tierno.

Al ver Mad Max no pude pensar en que de alguna manera, consciente o inconsciente, se colaban influencias de La Naranja Mecánica de Kubrick. Puede que a primera vista no sea así, pero piénsenlo por un instante: ese futuro que no se sabe a qué distancia queda, peligroso y violento por alguna razón desconocida, y casi post apocalíptico, pero también como que no del todo; ciertas pintas que por momentos son hasta un poquitín mod (aunque aquí habría que añadir cierto toque punk y hasta glam bastante diluido); las pandillas violentas sólo porque es divertido ejercer la violencia... Si hasta la escena de la cantante en el bar podría recordarnos el bar donde Alex y sus compinches bebían Moloko Velocet, pero en versión cutre...

Pero hasta ahí llega todo, porque Mad Max no está interesada en explorar planteamientos filosóficos, sino en dar un golpe hiperkinético de acción y adrenalina. Y entonces entran en escena otras influencias: el cómic y el spaghetti western. Los encuadres, casi siempre bajos, dramáticos, amenazadores incluso en espacios abiertos, que nos niegan la identidad de quienes buscan hacer daño a los protagonistas, no pueden sino recordarnos a Sergio Leone y su narrativa puramente audiovisual.

Entonces, ¿por qué no es una obra maestra redonda? Bueno, por algún motivo, ciertos directores principiantes echan todo el armamento en escena, funcione o no, con la consecuente desmesura. Ya depende del talento y juicio personal del creador si la cosa acaba por funcionar o se queda en un despropósito. Hay películas excesivas que son un mero desgaste de hormonas (adrenalina y testosterona, principalmente) sin mucho sentido, mientras otras logran evadir eso y elevarse por encima de la media. George Miller lo logra, y aunque la película es una colcha de retazos de situaciones y eventos que van a cientos de millas por hora, la cosa cuaja de una extrañana manera. Es cruda, sí, uno puede notar aún una mano temblorosa detrás de la cámara, pero a la vez puede notar cómo esa inexperiencia se suple con la audacia del atrevido. Es como la primera película de Peter Jackson, Bad Taste: uno puede ver las cámaras movidas, los travellings imperfectos, pero si se deja de lado eso, se descubre que ya hay una semilla de grandeza en su interior. Curiosamente las dos películas son australianas, y sus directores llegarían a Hollywood a seguir carreras algo ajenas a las de sus inicios.

Mad Max queda entonces como una road movie extrañamente alejada de todo cliché cinematográfico aunque cuente con influencias por sus cuatro costados. Un hito del cine de bajo presupuesto, no del todo redondo, pero con suficiente pelotas como para plantarse enfrente de los espectadores y golpearlos a toda velocidad.

Y sí, los creadores de Saw, tuvieron que haber visto esta peli...

There has been 1 Responses to “Mad Max, Dir. George Miller, 1979”

  1. Diegogue says:

    mad max rules!