Ray, Zatoichi, Bigelow y cowboys tailandeses

Posted on abril 03, 2005 - 0 comentarios -

Tears of the black tiger (Fah talai jone, 2001) Dir. Wisit Sasanatieng Act. Chartchai Ngamsan

Un romance imposible entre el bandido más buscado de Tailandia y una niña rica desencadena, como no, una tragedia, entre balaceras tipo western, recuerdos de juventud y canciones ñoñas.

Esta película pasó por varios festivales incluyendo la sección Un certain regard de Cannes, cultivando un aura de película de culto, a medio camino entre el arte y la serie B. Y está a la altura de ello? Para mí no. Si bien la fusión de telenovela, sangre, cómic y musical es una buena receta, Tears of the black tiger tiene un gran problema: el guión carece de una historia interesante y al tratar de parodiar a los melodramas antiguos, cae en sus mismos errores. La ambientación es perfecta, toda la pantalla se llena de colores pastel, telones pintados como fondo, paisajes floridos y mágicos... Hay gags locos y humor negro pero todo ello no puede reparar el hecho de que la película es aburrida, a pesar de tener en sus imágenes la influencia de gente como Leone, y toda la imaginería del western clásico.

Lástima porque tenía todo para ser una joya.

Para pasar un rato viendo colorines y tailandeses con mostacho perverso.

Zatoichi (2003) Dir. Takeshi Kitano Act. Beat Takeshi, Tadanobu Asano

He de decir que Takeshi Kitano es uno de mis directores favoritos. Incluso películas como Escenas en el mar en la que no pasa demasiado y casi no hay diálogos (aún menos de lo normal en él) me parecen fascinantes. Cuando supe que se iba a hacer cargo del remake de Zatoichi me entusiasmé demasiado, pues se unían dos de mis pasiones fílmicas: Kitano y el cine de samurais.

Zatoichi había sido un enorme serial de películas hechas desde los años 60 en Japón, en las que un espadachín ciego se metía en problemas, y salía de ellos a punta de sablazos. El personaje era inmensamente carismático, pues no era un samurai sino un masajista que dominaba el arte de la espada. El Zatoichi de Kitano cambia radicalmente en varios aspectos, principalmente porque él no quería ser el mismo Ichi interpretado por Shintaro Katsu, el actor original, pero en esencia las cosas siguen casi iguales. En la historia tenemos a los personajes de rigor que se acercan por accidente a Ichi, bien para ser ayudados o para ser asesinados por sus malas acciones. Dentro de la primera categoría tenemos a una campesina desvalida ante los yakuza locales, su sobrino ludópata pero de buen corazón, y un par de hermanos con varios secretos en su pasado. Sus enemigos son, como siempre, los yakuza, pero sobre todo un samurai sin amo que encuentra trabajo con ellos como guardaespaldas. Los temas típicos están presentes: el samurai no es malo, es alguien con mucho honor pero que necesita el dinero para curar a su esposa, y por ello ntoma trabajo aún con los pillos, que por suspuesto son unos abusadores de primera. Todo ello está orquestado con la habitual fluidez del cine de Kitano. Abundan los silencios, los planos semi estáticos y el humor deadpan. Todo ello muy bonito de ver. La fotografía es excelente. El film fue sometido a un proceso que suaviza los colores, el mismo usado en Minority report y Seven, de manera que estos se ven un poco azulados en general. Incluso la sangre se suaviza, porque, como es de esperar, en las luchas hay salpicaduras abundantes de líquido rojizo, aunque no al estilo Tarantino. La cámara se mueve más en el espacio, a diferencia de las pelis de los 60, cuando se veía una composición muy efectiva pero deudora del teatro, con planos abiertos que dejaban ver la acción, y pocos cortes. Aquí los planos son medios y cerrados, la cámara no solo se mueve lateralmente sino aprovechando todo el espacio, incluso con grúas que le dan un dinamismo inusual a las pelis de este tipo.

PERO... sí, la peli no es perfecta. Sobre todo por culpa del guión. Zatoichi no es el protagonista se podría decir. Se dedica más tiempo a los personajes secundarios que a su historia, y él solo está allí para puntuar escenas y resolver entuertos. No sabemos nada de él, lo que no es del todo malo, vean sino la trilogía de Leone con Eastwood. El problema es que Ichi es poco más que un personaje secundario. El drama es mínimo, los conflictos habituales de honor son casi inexistentes. Lo usual hubiera sido que Ichi y el samurai bueno venido a menos se reconocieran como enemigos de valor y se tuvieran respeto, pero aquí no pasa eso y solo tenemos un enemigo más. Todo ello en detrimento del drama.

El número final de danza es precioso y no desentona para nada. Está bien coreografiado y se ve de lujo. Kurosawa ya había hecho algo similar en The hidden fortress con el festival del fuego, al igual que al final de Goyokin de Hideo Gosha. Y siempre nos queda el mensaje de que los campesinos celebran mientras los samurais lloran, igual que en Los siete samurais.

Para gozar con una peli tan cerca del exploitation como del art... más o menos...

The weight of water (2000) Dir. Kathryn Bigelow Act. Catherine McCormack, Sean Penn, Josh Lucas, Liz Hurley, Sarah Polley

Una fotógrafa investiga un asesinato ocurrido cien años antes, mientras pasa un fin de semana con su esposo, el hermano de éste y su novia.

Kathryn Bigelow solía ser una excelente directora de acción, una especie de Peckinpah estrogenado. Obras como Near dark, Point break o Strange days dan cuenta de su extraordinario talento a la hora de crear cine de género de calidad. Pero de un momento a otro desapareció del panorama y solo con esta película he vuelto a saber de ella. Y el cambio de registro es bastante pronunciado a decir verdad. The weight of water es un melodrama de suspenso que salta en el tiempo, contando dos historias de celos y traición. Así que tenemos dos películas en una prácticamente, pues son pocos los puntos en común que hay entre ellas hasta el tercio final.

La película tiene un ritmo bastante lento y se dedica más a diseccionr a los personajes que a hacer avanzar la historia. Eso no tes inconveniente, lo que sí tiene es el hecho de que poco a poco languidece hasta que no te importan mucho los personajes y el tono literario se hace muy evidente. Pero de repente todo tiene un giro muy inesperado y se convierte en toda una tormenta de sentimientos en la que, como era de esperarse, un hacha tiene un papel muy importante (y no precisamente para cortar leña). Y lo mejor... secretos sórdidos! Incesto! Asesinato! Lesbianismo latente! Es entonces que por fin los personajes se abre un poco más y se revelan mejor, porque hasta entonces eran demasiado "sutiles".

En definitiva, The weight of water podría haber sido una excelente película, pero su ritmo no la deja levantar del todo. La dirección es impecable, como era de esperar, y solo nos resta esperar la próxima peli de una directora que tiene suficiente interés para brindarnos cine de calidad, aún cuando esta no haya sido su mejor película.

Ah, y Sarah Polley está excelente, como siempre.

Para ver pasiones familiares morbosas y celos mortales.

Ray (2004) Dir. Taylor Hackford Act. Jamie Foxx

Taylor Hackford no puede calificarse de autor, como los críticos suelen decirle a quien repite una y otra vez la misma película prácticamente. Pero su competencia está más que comprobada con films como Dolores Claiborne o El abogado del diablo. En Ray toma la vida de Ray Charles y la convierte en un biopic intenso y extenso, como suelen ser todos (imagínense uno de 80 minutos... no sería gracioso?) pero que nunca decae. El guión está muy bien estructurado, pues al cubrir tanto tiempo de un personaje se debe seguir una línea sin convertirla en lo único que muestra, a fin de cuentas esto es una peli basada en hechos reales, no una obra de pura ficción, y nadie en la vida tiene un línea tan clara para seguir a lo largo de 40 años, no?

No hay mucho qué decir. Es muy entretenida, la música te emociona (la escena en que compone What'd I say? es escalofriantemente buena), se mueve y las imagenes están muy bien logradas. Para qué pedir más?.

There has been 0 Responses to 'Ray, Zatoichi, Bigelow y cowboys tailandeses' so far