Pasar del cotrometraje al largometraje no es tan sencillo como parece. Escribir un corto requiere de unas técnicas, que si bien se aplican al largo, no son exactamente las mismas. Uno puede salirse con la suya en un corto a punta de detalles simpáticos y un final bonito, pero en un largo hay que mantener la atención durante mucho más tiempo, lo que requiere de un dominio distinto de las técnicas narrativas.
Precisamente eso es lo que ocurre en Mary and Max. El director, que ya había creado un gran corto con Harvie Krumpet, intenta las mismas técnicas en su primer largo. Pero si en el corto la atención al detalle y los sucesos inesperados salían bien parados, en el largo nos encontramos con una sucesión de cartas narradas e ilustradas con imágenes, que pueden ser hermosas, pero poco le aportan a la trama. El tono se mantiene a lo largo de la historia, pero no hace cambios significativos, con lo que el resultado es el adormecimiento del espectador.
No se engañen: es una película realizada en stop motion, pero no es, para nada, una película infantil. La historia de una niña sin amigos y un señor con síndrome de Asperger es entrañable, pero no logra levantar vuelo del todo porque cuenta unos hechos sin articularlos dramáticamente. Esto no siempre es un defecto, pero en esta película no pude quitarme la sensación de que todo podía haberse contado en menos tiempo, quizá la mitad. Hay muchos detalles para disfrutar, como las texturas de una animación impecable, algunos giros absolutamente inesperados, o un sentido del humor realmente afinado, pero en cuanto a la dramaturgia, estamos un poco cojos. Le pide a veces demasiado al espectador, narrando eventos banales de la vida cotidiana. Eso está bien, pero cuando es demasiado, comienza a cansar. Y esa narración en off se desgasta rápidamente.
Pero no es tan sencillo juzgar la película, porque si bien hay que tenerle a veces infinita paciencia, hay recompensas, como un final precioso que redime en buena parte los defectos vistos, aunque para ello haya que pasar por 90 minutos previos un poco monótonos. La historia hace pensar y podría decirse que deja una moraleja, porque es una enseñanza algo simple, pero como toda verdad, en el fondo es sencilla: ámate primero a tí mismo. Sonando a libro de autoyuda, la película no hace gala precisamente de una amabilidad similar, porque los personajes sufren cruelmente los embates del destino. Y eso es lo que hace peculiar a la película, un gran corazón en medio de un humor bastante negro.
Seguramente algunos no estarán de acuerdo con mis apreciaciones, porque esta es una de esas películas que por su intención de ser diferente, se ganará las simpatías de aquellos que gustan del sabor exótico. A mí, sin embargo, me pareció un esfuerzo bien intencionado, aunque algo fallido. Pero eso no le resta interés a una película que vale la pena revisar, así sea para refrescarse de tanta superficialidad que vemos en la cartelera.
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There has been 2 Responses to 'Mary and Max, Dir. Adam Elliot, 2009' so far
Diegogue says:
en mi humilde opinión:
la tragedia de la animación occidental es que todos creen que la trama NO es importante
Edwin Díaz
De este artista me vi el cortometraje "Harvie Krumpet", me gustó mucho, podría a decir que es un Sylvain Chomet pero del Stop Motion.
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